Arqueólogos han comenzado a desenterrar los restos de lo que ellos piensan sería uno de los más importantes asentamientos de la Antigua Roma en España, ubicado debajo de la ciudad de Jimena de la Frontera.
En la parte superior de lo que es conocido localmente como el "Castillo Moro" se encuentran tres de ellos, observando detenidamente sus planos.
Los dibujos no sólo muestran lo extenso de las últimas excavaciones sino también revelan que este lugar serrano guarda las ruinas romanas más importantes de toda la región, echando luz sobre la estructura de poder de la fuerza ocupante en ese tiempo.
El Castillo de Jimena de la Frontera fue el lugar donde se asentó la población original de esta localidad española y durante todos estos años ha sido el mayor indicio de una historia antigua y multicultural.
Pero su verdadera significancia permaneció enterrada hasta que un arqueólogo retirado, que solía caminar cotidianamente por esta vieja estructura, observó un día signos de una temprana ocupación romana.
Según Juan Miguel Pajuelo, el arqueólogo que coordina el proyecto, sin el trabajo voluntario realizado por Hamo Sassoon, el hombre que intuyó el pasado detrás de esos signos iniciales, las extraordinarias ruinas de una ciudad de la Antigua Roma seguirían ocultas a nuestros ojos.
"Si no fuera por sus precisos poderes de observación, y sus poderes de persuasión, hubiese sido difícil que hoy tengamos la oportunidad de entender Oba, el nombre con que se conocía a Jimena entre el primer siglo antes de Cristo y el tercer siglo después de Cristo", dice Pajuelo.
Lugar privilegiado
Monedas con caracteres en dos idiomas son la prueba de un asentamiento libio-fenicio en el lugar llamado OBA. Luego de la conquista de Roma, el nombre OBA fue latinizado y se convirtió en Res Publica Obensis, dotándola del estatus de población regida por la ley latina, bajo la administración del emperador Vespasiano.
Eso la convirtió efectivamente en una ciudad gobernada por un senado local, magistrados y ediles.
"A primera vista uno tiene la impresión de visitar un castillo árabe, modificado levemente en el siglo XIX", dice Miguel Ángel Tabales, quien ha estado a cargo de las excavaciones desde 2002 y es profesor de Arqueología en la Universidad de Sevilla.
"Pero en el momento en que uno adopta una mirada crítica y analiza lo que realmente está viendo, comprende rápidamente que esto no puede ser otra cosa que las ruinas de una importante ciudad romana", añade.
El primer destacamento romano colonizó esta colina estratégica situada entre Serranía de Ronda y la Bahía de Algeciras, que había estado ocupada sin interrupción desde el siglo VIII antes de Cristo.
Las ruinas de la era romana son de particular interés ya que incluyen puertas, torres, infraestructura hidráulica -todo adoptado a la pendiente de este sitio natural- y un templo rodeado por paredes muy bien preservadas.
Tabales indica que la mayor parte de la pared perimetral -parte romana, parte islámica- está conservada.
"Al superponer los planes de este enclave con la estructura usual de una ciudad romana, podemos ver que el área pública, el primer foro y la calle principal comienzan en la parte baja de la ciudad; esto significa que los romanos adaptaron el modelo original a la topografía del sitio".
"El lugar fue elegido porque ofrece una vista completa de todos los alrededores,una condición obligatoria para todo cuartel militar. La monumental estructura de la construcción nos habla de un tiempo de gran poder y mucha confianza, propio de la propaganda imperial romana", concluye el arqueólogo.
Además de la ventaja de su posición geográfica -que permite el control de rutas internas entre la costa mediterránea, Gibraltar, Algeciras y la actual Ronda- Francisco Reina Fernández-Trujillo, director de los trabajos de restauración, cree que existe otra importante razón para haber elegido este lugar.
"La enorme riqueza agrícola y la variedad del ganado en este valle, ubicado entre los ríos Guardiario y Hozgargante, convierte a esta zona en una elección lógica al momento de colonizar", le dice a la BBC.
Entre dos poderes y dos religiones
Un trabajo arqueológico intenso ha permitido comenzar la fase inicial de restauración del sector oriental del complejo, desde donde se puede observar cómo se diseñó el perfil urbano de la actual Jimena.
El desarrollo que vivió la ciudad en la época medieval hacia el lado occidental de la colina fue lo que permitió que los restos originales se conservaran casi intactos.
Además de la secuencia de muros del asentamiento, las excavaciones han sacado a la luz la antigua entrada: una senda conduce desde el río, el modo más común de transportar suministros y tropas desde la costa, hasta un templo enorme, enfatizando la monumental naturaleza del lugar.
Aunque la misma percepción de grandeza se extendió luego al período islámico, los parámetros fueron más modestos.
"El carácter militar de Xemina, el nombre árabe, fue simplemente construido sobre las ruinas de la ciudad romana. Uno se basó en el otro de una forma muy pragmática", explica Tabales y agrega:
"En términos de construcción, lo que encontramos de la era árabe no fue más que el movimiento de sedimentos y el reciclaje de los materiales usados por los romanos".
Desde el año 1059, Xemina fue gobernada por el reino Taifa de Sevilla y sus cisternas, paredes y edificios muestran la magnificencia de la ciudad bajo el poder de los almohades, los merínidas y los nasrides.
Pero en 1431 Ximena pasó sucesivamente de manos musulmanas a manos cristianas y luego nuevamente al control del Islam, hasta que en 1456 los castellanos finalmente la conquistaron y añadieron a su nombre el "de la Frontera", convirtiéndola en un indicador del límite entre dos poderes en conflicto.
Saqueo
Por el momento la restauración está en su etapa inicial y el objetivo hasta ahora ha sido mejorar el acceso al complejo.
Pero mientras el equipo de la Universidad de Sevilla espera por la próxima fase de excavación, existen varios motivos de preocupación. El poroso sustrato del lugar, que tiende a desplazarse, presenta complicaciones.
Esta inestabilidad se hizo sentir en los orígenes del complejo y existen rastros de trabajos primitivos de reconstrucción.
"Si no intervenimos, el lugar se va a deteriorar aún más y, eventualmente, partes de la construcción romana desaparecerán", dice Miguel Ángel Tabales.
Estos temores se combinan además con el miedo de dejar sin vigilancia el lugar, dándole luz verde a los cazadores de antigüedades.
El alcalde de Jimena de la Frontera, Pascual Collado Saraiva, ha prometido tomar cartas en el asunto.
"El Castillo es la identidad de Jimena y simplemente no podemos dejar que sea saqueado", prometió Collado.
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